sábado, 14 de septiembre de 2013

RECETARIO o UN RECORDATORIO DE OTROS TIEMPOS



          Cerca de casa, apenas a unos cien metros, había un horno de leña tradicional, llevado por una mujer a la que llamábamos "la Conina". Nunca he sabido el nombre de esta señora, aunque sí que conozco a sus familiares. La antesala de dicho horno, la única parte a la que se tenía acceso, era una habitación enorme (por lo menos a mis ojos de niña lo parecía), con unos bancos de obra en los laterales. Encima de esos bancos e integrados en las paredes de la habitación habían unas filas de palos de madera, para servir de brazos y poder apoyar las llandas -palabra no recogida en el diccionario de la RAE, pero del que hay infinidad de imágenes que la definen, por ejemplo, aquí- de la gente. Del techo de la habitación colgaban unos ganchos de los que pendían una serie de palas y justo en el centro una horquilla de madera, para poder apoyar esas palas mientras no se usaban. La Conina en la boca del horno, manejando las palas con gran destreza, acercando o alejando de las brasas las llandas -fuentes- de la clientela, que dependiendo del tipo de comida, eran más o menos tiempo. 
       
      Mi época preferida eran las semanas previas a la Navidad, cuando el trasiego era constante, la gente que vivía lejos del horno llevaba las masas en barreños y allí mismo le daban las formas apropiadas ...las que vivían cerca, las llevaban ya formadas.. Yo he visto a mi abuela llevar una tasa de pan sobre la cabeza, ayudándose con un paño de cocina a modo de almohadilla y en un equilibrio perfecto. Siempre había mujeres hablando, el olor era indescriptible siempre, pero especialmente bueno en esa época del año, el anís, el limón, el aceite, la naranja, ...ese tipo de cosas que quedan en la memoria y forman parte de ti tanto como cualquier cicatriz en la piel. La hija de la Conina, en los momentos de mayor trabajo, era la que se encargaba de cobrar... y se cobraba por docenas... daba gusto verla contar pieza a pieza, lo cocido por su madre...



   De aquella época datan mis primeros intentos de recopilar las recetas, y también, me supongo, de que mi abuela quisiese no tener que recordar y discutir con una vecina con la que siempre se hacía la Pascua (o sea, los dulces de navidad) si era un kilo de harina para doce huevos o kilo y medio. Llevada por un impulso pregunté a algunas mujeres, en el horno del que he hablado antes, las recetas de sus dulces, pero, y aquí aparece parte de lo que es la naturaleza humana, siempre había algún ingrediente que faltaba o una proporción no exacta... En cierta manera lo entiendo, darle a una niña una sabiduría tan personal, guardada de generación en generación... La madre de una amiga mía, aunque no venga al caso, estuvo unos años sirviendo en una casa en Francia. Las comidas que la dueña de la casa mandaba preparar, estaban basadas en un recetario propio, al cual, la madre de mi amiga tenía acceso, pero con la prohibición expresa de copiarlas...., prohibición  que, por supuesto, esta persona se saltó y copiaba las mismas con alevosía y nocturnidad (es decir, de noche cuando todo el mundo estaba acostado...). Qué humano prohibir aprender un saber y qué humano saltarse las reglas... (¿os recuerda esto a algo?).


   Bueno ese intento de recopilación actualmente está perdido, pero sí tengo en casa una versión posterior del mismo (y que hace tiempo cumplió su mayoría de edad...) y que es el objeto de la presente entrada. En su momento compré un álbum de fotos, unas fichas de cartulina, (que son justo del tamaño de las fotos, así quedaban protegidas con el plástico del álbum, y me limité a copiar las recetas familiares (sin, o casi sin, explicaciones del cómo..). Como se ve de la portada, ha tenido una vida larga y próspera... y todavía le queda batalla. Este blog tan sólo es una continuación del mismo recetario..


      El álbum está dividido en dos apartados fundamentales: Navidad y dulces para el resto del año:









  Y de aquí han salido algunas de las recetas de casa publicadas  y todavía quedan algunas que no he hecho para publicar. Hay muy pocas excepciones a la tónica general de ser recetas dulces, una ellas ésta (publicada en esta entrada):



  
        El bizcocho del post anterior:



          La de la crema pastelera, ha sufrido una ligera modificación con los años (algo más de mantequilla y de azúcar):



       Y el nombre de mi madre, presente por todas partes:



       
    Aquí otro de los clásicos de entonces (y del cual prometo hacer una entrada con todo el proceso)




     ¿Y vosotros? ¿tenéis un recetario parecido?... Yo no sé expresarlo tan bien como en el blog de la Tía Alia ... pero la intención y, sobre todo, el cariño, es el mismo....


2 comentarios:

  1. Rosa, que bonito post para esta mañana....Eres una artista del detalle.
    Gracias por compartir esos maravillosos recuerdos.
    ME ENCANTA

    Me he tomado la libertad de colgar un fragmento en mi face...quería regalar niñez a los lectores. Que requetebonico. Abrazos desde las comidas insulsas de quien no cocina.

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  2. Gracias princesa... me has alegrado el día. Coge lo que quieras, cuando quieras. Cada persona tiene, como mínimo, una cualidad, entre las tuyas está el saber escuchar (bueno eso es algo de hermanas), y me has escuchado tantas veces... un abrazo para ti tb.

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